martes, 25 de diciembre de 2007

RAMONCIN «Quiero homenajear a mi gente»

RAMONCIN
«Quiero homenajear a mi gente»
ANTONIO SANCHIDRIANDiciembre de 1976, Ateneo Politécnico de Madrid. Pocos días antes de armar el petate para marcharse a la mili, José Ramón Julio Márquez Martínez presentaba sus poderes musicales ante un auditorio de apenas 30 personas. No eran unos cualquiera, sino algunos de los críticos del momento: Jesús Ordovás, José Manuel Costa o Antonio de Miguel estaban entre el público. Ellos presenciaron in situ el primer concierto de quien, para los años posteriores y para las más diversas actividades, se haría llamar Ramoncín.Y no tardaron mucho en correr la voz.
El nombre y las provocadoras maneras punk de este espigado chico de barrio comenzarían a ser moneda de uso frecuente en las publicaciones musicales de la época. El visto bueno de la vanguardia madrileña y las menciones en Disco Express desembocaron, un año después, en dos noches que Ramoncín jamás olvidará. La discoteca MM, aquella esquina de la calle Francisco Silvela por donde transitaban en los años 70 aquellos que tenían algo que decir, atestiguó su impulso definitivo. Dos llenos sin paliativos en el templo de la música española del momento. «Vino todo el mundo. Los que te querían y los que no. A quienes les parecías maravilloso y los que te decían que sonabas mal», recuerda el protagonista de aquella velada.
Fue la primera la primera vez que le pagaban por cantar, y no al contrario: «Me acuerdo que una chica me puso un pin estrellado en la cazadora de cuero, y me dijo: 'Brillas tanto como esta estrella'. Fue un momento... A la salida a la calle había gente esperándome. Ahí me dije: 'Esto va en serio'».
Y vaya si fue en serio. Los acontecimentos se precipitaron cuando la multinacional EMI Odeón le firmó un contrato de cuatro años para grabar. De ahí nació, en 1978, su primer disco, Ramoncín y W.C. De eso hace ya 25 años. Después llegaron casi 20 discos más, años de dedicación total a la música y flirteos más o menos intensos con el cine, la literatura y la televisión. Todo ello creó un personaje público de afilada lengua y ademán descarado que genera tantas adhesiones como animadversiones: «Todo el mundo tiene detractores», afirma. «Yo tengo algo claro. El creador que genera indiferencia no es artista. Un artista no puede pasar desapercibido, nunca. Si encima eres como yo, que vas repartiendo a diestro y siniestro, sabes que alguien te va a abofetear».
Sea como fuere, Ramoncín está de celebración. Mañana conmemora sus bodas de plata en el mundo de la música con un concierto gratuito en La Riviera en el que repasará algunos de los temas fundamentales de su discografía. «Con este concierto, quiero homenajear a mi gente. Uno le debe agradecimiento al que, en este tiempo, se compra un disco o un libro tuyo, o a quien ve la tele cuando estás tú o va al cine porque apareces tú. Ésa es la gente a la que tengo el debido respeto. Por eso el concierto es gratis».
Punto de inflexión
De este modo, y pese a que confiesa que es tiempo de jubilar algunas canciones, Ramoncín vuelve a tomar impulso en su trayectoria musical después de unos años 90 intermitentes. «Yo hice dos discos en los 70, 10 más en los 80 y cuatro en los 90. Cuando grabé el doble directo en 1990 y estuvimos de gira hasta el 92, no podía más. Me detuve para volver en otro momento, había perdido el sentido de las cosas. Mucha gente se llevó las manos a la cabeza, porque acabábamos de vender 200.000 copias de un disco doble y nadie lo deja en el momento más alto de su carrera musical...A veces, no sé si me arrepiento o no».
Luego llegaron colaboraciones con Antonio Vega, con Loquillo y con Burning, hasta que resucitó el grupo para tocar en pequeños locales. «Poco a poco me volvió a dar el puntito y en el 96 terminamos Miedo a soñar, grabado en una compañía independiente. Y de ahí hasta 2000, que hicimos Angel de cuero con cinco temas nuevos en estudio». Aparte del concierto de mañana, Ramoncín tiene previsto volver a entrar al estudio para grabar un nuevo disco antes de final de año.
No son cualquier cosa esos 25 años. Ni Ramoncín es el mismo Ramoncín, ni el público es el mismo público, ni España es la misma España.Pero, ¿se puede hoy recuperar en algo el espíritu de 1978? «Me temo que no. Yo no tendría ninguna posibilidad en este momento de que una compañía internacional me permitiera grabar un disco con canciones como Marica de tercipelo o El rey del pollo frito o el Rocanrol duduá. La música está completamente clonada. Hay alguien que tiene eso que cree que es la fórmula del éxito, y todo el mundo hace lo mismo», responde.
Para que los músicos de ahora regresen al espíritu de los ásperos 70, puede ser que falte vida de barrio, que fue una de las primeras motivaciones musicales de Ramoncín, pero no motivos de queja.«Hay muchas razones para quejarse en un país donde parece que lo único que importa es la basura, la indignidad. Esto es suficiente para que un chaval con 18 años diga: 'No, yo voy a contar lo que veo'. Eso nos pasó a nosotros. Teníamos ganas de contar lo que nos había pasado. Quería contar mi barrio, mi forma de vida. Intuía que haciendo un disco grabado en castellano, con letras en castellano, y con la forma de hablar de la calle, las cosas iban a ir fenomenal. Y en eso me equivoqué bien poco», dice.
Describe Ramoncín cómo eran aquellos primeros tiempos, en los que se formó la banda W.C. original, tiempos de ensayos en Vallecas y de aprendizaje autodidacta. «Hacíamos canciones. Ponías el dedo en la guitarra y no sabías lo que estabas tocando. Luego, a lo mejor, averiguabas que lo que estabas tocando era un fa sostenido menor. Creo que una de las cosas que la gente celebra cuando los grupos aparecen -la frescura, la sinceridad- está marcada porque los músicos no se han parado a pensar en lo que hacen, sino que tocan por intuición, oyendo a Jimi Hendrix o a los Beatles. Para mí eso es el rock. Y el aprendizaje viene después».
El rock fue eso y mucho más. Fue el telón de fondo de unos años 70 marcados por las incertidumbres políticas. La muerte de Franco (una semana antes nació Ainhoa, la primera hija de Ramoncín) y la transición política flotaban en el ambiente. «Nos inquietaba cuándo se iba a morir Franco y qué iba a pasar después. Yo estaba entonces en la universidad y teníamos una enorme conciencia.Nos preocupaba cómo se iba a producir el cambio político y si éste iba a llevar aparejado el hecho de que nos ibamos a abrir al mundo, si ibamos a poder tener los discos que no teníamos, ver las películas que no veíamos... Porque no había manera de leer un buen libro en este país», relata.
Con aquellas dudas ya disipadas, los 70 dieron paso a los 80.Años complicados en el entorno de la música. Ramoncín, instalado entonces en una tremenda vorágine de grabaciones y conciertos, recuerda aquellos años como especialmente trágicos. «Fueron un torrente de libertad. Y había gente que entendió que la libertad era drogarse y drogarse. La lista de bajas en el mundo de la música es un auténtico parte de guerra. Es tremendo lo que pasó, la cantidad de chavales que se quedaron en la cuneta entre los 22 y los 30 años».
¿Qué falló entonces? «Lo que le faltó a estos chicos fue un poquito de lectura, y también tener buenas amistades y saber con quien andaban. Lo que yo no hice fue perder el arraigo, ni siquiera cuando creía que estaba en la cima del mundo. Yo escribía canciones, leía a Baudelaire, leí En busca del tiempo perdido con 18 años, no había ningún clásico que no hubiera leído, no había un acto cultural que no me interesara. Estos chicos, en cambio, pensaban que esto era Hollywood, drograrse, follar y tocar. Pues muy bien, cojonudo...».
A sus 42 años, no le sorprenden demasiadas cosas del negocio de la música, en el que piensa seguir le pese a quien le pese.«Éste es un negocio ingrato y en un país ingrato. Bob Dylan es una leyenda y Miguel Ríos, un viejo rockero. A nadie le importa que alguien tan auténtico como Bruce Springsteen cierre el hotel Villamagna para el sólo. Ay, amigo, cuando Loquillo se compra una moto de tres millones de pelas ya no es auténtico, cuando Ramón se compra un Mercedes ya no es de los nuestros. Ya lo dice Sabina: 'Cuando das un paso hacia delante, no es que hayas dejado de ser de su clase, es que ya eres el mismísimo traidor'. Y yo eso me lo paso por el arco del triunfo desde hace tiempo»
Ramoncín. Mañana, a las 21.00 horas, en La Riviera (Paseo Virgen del Puerto s/n). Información sonbre las entradas en www.ramoncin.com.
«MADRID NO ES LA CIUDAD MAS RECOMENDABLE»
Su madre se puso de parto en la madrugada del 25 de noviembre de 1955 y el taxi que le conducía a la maternidad de la calle Serrano no llegó a tiempo: Ramoncín nació al pie mismo de la Puerta de Alcalá. Tal vez por ello ha mantenido una relación intensa con la ciudad. Su infancia en la calle Canarias, junto al paseo de las Delicias, sus ensayos en Vallecas y sus áticos en la Puerta del Sol han puesto el paisaje a su vida. Pero Ramoncín, que se reconoce incondicional de las puestas de sol del Templo de Debod, tiene cuitas pendientes con la ciudad: «Lo que es insoportable de Madrid es que se ha quedado a medio camino entre lo que era, que es un pueblo grande, y lo que quiere ser, que es un Nueva York pequeño. No es lo uno ni lo otro».
«No es la ciudad más recomendable del mundo, desde luego. No hablemos de los 70 muertos a tiros en las calles, prostitutas a 50 metros de donde se supone que los chavales tienen que ir al parque de atracciones o al zoológico... De eso ya ni hablemos», afirma. «Hay además un engreimiento del madrileño que se cree que esto es la capital del mundo. El que dice eso es que no ha estado en Roma o en París. No es así. No hay nada mejor que viajar para abrir el cerebro. Madrid es una ciudad mediana que está muy bien, pero no puedes compararla con Londres o Roma o París. Eso es faltar a la verdad», sentencia.
Pie de foto titulada
PERSEGUIDO POR LA LEYENDA DEL 'POLLO FRITO'
FECHA DE NACIMIENTO: 25 de noviembre de 1955. / CANCIONES FAVORITAS: 'Rock and roll duduá', 'Hola muñeca', 'Hormigón, mujeres y alcohol', 'Dos vidas' o 'Miedo a soñar'. / UNA FOBIA: Que le llamen por el sobrenombre de 'El rey del pollo frito': «Si alguien me dice: 'Mira, el rey del pollo frito', yo digo: 'Mira, un gilipollas'», explica. / TELEVISION: Presentó de 1993 a 1996 el programa 'Lingo'./ LITERATURA: Publicó en 1993 'El tocho cheli'

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